Forget School

3163993856_2679991ed6_mA través del Facebook de Jane Hart llego a una noticia que publica hoy el Daily Telegraph, con algo de mala leche, por cierto: “A new primary school has banned the use of the word “school” in its title because it has “negative connotations”. Traduzco:

Los gestores de la primaria de Watercliffe Meadow en Sheffield han decidido que se la conozca como “un lugar para aprender” (”a place for learning”) y no como una “escuela”, ya que esta palabra suena demasiado “institucional”. Esta “experiencia de aprendizaje” (”learning experience”), que ha costado 6 millones de libras esterlinas y abre el lunes, pretende que los alumnos tengan una experiencia agradable, calzando zapatillas dentro del recinto o suprimiendo los timbres que anuncian el fin de las clases. “Desde el primer momento tuvimos claro que no íbamos a usar la palabra “escuela”, esto es Watercliffe Meadow, “a place for learning”, dice Linda Kingdon, la directora.

En algunos países de Europa -creo que no en España, que en mi percepción está cada vez más abajo en la brecha educativa con respecto a su entorno- se está produciendo una clara disolución de la escuela decimonónica en beneficio de nuevos espacios de aprendizaje.

El hecho de que una parte de estas iniciativas surjan de absurdos colectivos políticamente correctos -y en el artículo se citan algunos ejemplos-, no puede ocultar el hecho de que la escuela, tal y como la hemos conocido, está en vías de extinción. Más allá del nombre de las cosas hay una realidad cambiante en la que no hay lugar para timbres, puertas cerradas o accesos restringidos.

Hace tiempo que venimos hablando de este asunto y seguiremos haciéndolo. Es uno de los grandes temas educativos de nuestro tiempo.

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